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CELU, POLÍTICA, GOCE E INDIVIDUALIDAD. LA TRAMPA ACTUAL

El teléfono inteligente no para de revolucionar la vida en sociedad y en esta nota nos predisponemos a pensar, tomando conceptos de pensadores actuales, las consecuencias de la incorporación irreflexiva y el uso desmedido de la tecnología en nuestras vidas.


Escribe: Lautaro (Leftraru) Fierro | Arte: IA (paradójicamente)

Parte 1.

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de

la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de

estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el

desastre.


Carl Sagan.


Natalia Radetich, socióloga argentina, en La smartphonización de la vida social trae a colación que los gurúes tecnológicos actuales (Sillicon Valey dixit) se preocupan por criar a sus hijxs en Palo Alto, California, Estados Unidos sin pantallas, incluso sus niñerxs tienen prohibido el uso de celulares o tabletas. La razón dista de ser compleja y configura más una confesión de partes: las gurúes reconocen que, en la ecuación equilibrista archiconocida de costos – beneficios, las pantallas en las infancias dan siempre negativo. ¿Por qué personajes que trabajan para las grandes corporaciones tecno digitales que programan y propician el uso sistemático de las pantallas actuarían de esa manera con sus seres más queridos?, ¿qué influencias podrían llegar a tener estos aparatejos en el desarrollo conductual-cognitivo-social de lxs niñxs? Sin ánimo de entrar en cuestiones conceptuales propias de la psicología diríamos que la respuesta es casi evidente. La pregunta también que se desprende de esta argumentación refiere a que si sabemos que los celulares afectan negativamente el desarrollo de las infancias y también de las relaciones sociales de lxs jóvenes y adultxs ¿por qué seguimos usándolo discrecionalmente durante todo el día cada vez más tiempo? 

Ante esta evidencia el poder expresa su capacidad autocrítica y propone herramientas de bienestar digital (¿eufemismo o estafa?) para que regulemos el tiempo que estamos frente a la pantalla, sin embargo, ese tiempo aumenta, es más no para de hacerlo. Actualmente el promedio de tiempo que unx argentinx pasa frente a la mini pantalla es de 6 horas. El quinto a nivel mundial. Otra estadística bastante más alarmante propuesta por la revista Forbes Argentina eleva el número a 9 horas diarias.  

Será que el teléfono celular es antropofágico y todo lo engulle como dice Radetich. Ese canibalismo lo llevó a devorarse a sus antecesores primero (las pantallas de cine y televisión), y a concentrarse en devorar la vida de las personas después. Devora nuestro tiempo (productivo e improductivo) al reclamar nuestra atención constantemente con sonidos, vibraciones y/o luces que nos dicen constantemente “préstame atención alguien ha hecho algo”. Tanto es así que nuestra conducta desarrolló un nuevo trastorno: el FOMO, acrónimo en inglés de “Fear of missing out” (miedo a perderse algo), que nos lleva compulsivamente a revisar el celular antes de que llegue alguna notificación. Nuestro tiempo de atención ha sido secuestrado y devorado. Y como si eso no alcanzara, también lo hace con nuestros deseos, incluso los moldea y los forma antes de devorarlos. Como sujetos de consumo el algoritmo y la Inteligencia Artificial (IA) nos dicen qué consumir, cuál opción es la más válida conforme nuestros propios intereses y nos introducen en un espiral repetitivo de objetos consumibles tangibles e intangibles, que a su vez les confirman la información sobre nuestros intereses y que, por lo tanto, vuelven a repetir la fórmula ad infinitum.  

Radetich propone invertir el análisis sobre los smartphones en tanto y cuanto los pensamos como puerta de acceso a la internet y a millones de posibilidades de aprendizaje, entretenimiento, aventuras, contactos, relaciones, etc. lo que tal vez sea cierto aunque no inocente, debido a que también es un viaje que funciona en forma inversa. Por lo tanto, el smartphone también es una puerta de acceso a nuestras vidas por parte de las grandes corporaciones vinculadas a esta nueva fase del capital, en la que los datos han adquirido la forma de un nuevo valor. Primero devorados por ser consumidores, luego explotados por ser productores.

Toda esa información que el aparatejo bebe sin permiso (o no) de nuestras vidas configura un nuevo esquema de dominación que los cientistas sociales se esfuerzan por nombrar. Aquí nombraremos sólo a dos de ellos: Byun Chul Han y Yanis Varoufakis. El filósofo coreano Byun Chul Han propone denominar a esta nueva fase del capitalismo mundial como Régimen de la Información (RI). En éste, la información ha pasado a ser el eje neurálgico, el alma de un cuerpo social que se obnubila al producirla. Mediante algoritmos que van desde lo más sencillo a la inteligencia artificial; la información es la materia prima de todos los procesos digitales. Y, con el tiempo que hemos visto que la sociedad pasa frente al celular, podemos estar de acuerdo con el filósofo cuando dice que el RI moldea y determina los procesos sociales, económicos y políticos en las sociedades actuales. 

El RI es la superación de la Sociedad disciplinada que describía y analizaba el filósofo francés Michel Foucault y de la Sociedad de Control que proponía Gilles Delleuze. En el nuevo régimen no se explotan cuerpos dóciles que contienen energías productivas (Foucault) sino información y datos extraídos conscientemente del afán de consumo de los propietarios de teléfonos inteligentes. Para Han éstos se creen y se sienten libres, creativos y auténticos. “(…) los influencers hacen que los productos de consumo parezcan utensilios de autorrealización.” Mientras que en la sociedad disciplinada el objeto de dominación que consustancia el acto de vigilancia constante es el panóptico, en el RI lo es el smartphone, que habilita constantemente la visualización del usuario y la comunicación. En este estadío el sujeto no necesita ser vigilado ni invisibilizado, no es un eslabón en la enorme maquinaria de producción capitalista, ahora es único y casi transparentado, incluso su nombre real o ficticio debe conocerse.  El RI se abre a la libre circulación del sujeto, las celdas son sustituidas por redes de comunicación, la visibilidad se hace explícita por parte del vigilado. Cuanto más se relacione el sujeto en las redes, comparta likes, informe su ubicación y sus compras; es decir, cuanto más interactúe en/con el universo digital, más se cierne sobre él el RI. 

Al sentir que el celular le otorga libertad es prácticamente imposible sentirse vigilado y dominado. Por lo tanto, la paradoja que se cierne sobre lxs sujetos, según Han, es que mientras más libres se sientan, más vigiladxs están. En resumen, el ejercicio de la libertad en el RI garantiza y refuerza la dominación: “La transparencia es el imperativo sistémico del régimen de la información.” Cómo se puede apreciar en estas pocas líneas, la concepción del filósofo es bastante pesimista en relación al uso y la presencia de la tecnología y sobre todo del smartphone en nuestras vidas. Lo que parecía un instrumento de libertad ha terminado siendo una cadena de esclavitud. Sobre esta última afirmación nace la segunda concepción que deseamos compartir en esta primera parte de nuestras reflexiones nietzscheanas que nada de bueno poseen sobre nuestro porvenir. 

En un libro titulado Tecno-feudalismo el sigiloso sucesor del capitalismo Yanis Varoufakis propone una tesis radical sobre el escenario actual que transitan las sociedades mundiales. El economista y ex Ministro de Economía de Grecia destaca que las formas tradicionales de generación de valor que sostenía el capitalismo han mutado y ya no gobiernan la economía, han sido subordinadas por un crecimiento exponencial durante las últimas dos décadas de las tecnologías de la información y la comunicación. Entonces el capitalismo ha muerto y lo que le sigue es mucho peor: el tecno-feudalismo. El autor sostiene esta tesis porque los dos grandes bastiones del capital se han transformado en algo distinto. Por un lado, los mercados han sido sustituidos por plataformas digitales que aparentan sostener lógicas mercantiles pero que son verdaderos feudos de las grandes tecnologías; y por otro lado las ganancias han sido reemplazadas por la mera renta, en tanto y cuanto, el objeto de valor es la información que se extrae de un trabajo no remunerado de los usuarios; de ese tiempo improductivo o de ocio en el que consultamos ofertas, miramos entretenimiento o megusteamos posteos en redes sociales. De aquí Varoufakis extrae la conclusión de que los nuevos señores feudales son los propietarios de la masa de información que se encuentra en la nube, vendida al mejor postor y apropiada de la producción consciente o no de los usuarios, que hemos vuelto a ser siervos capturados en un nuevo régimen digital. El autor explica de esta manera el aumento sostenido de la desigualdad mundial en beneficio de un porcentaje cada vez menor de privilegiadxs propietarixs de datos. Incluso el griego sostiene que los antiguos sectores dominantes del capitalismo que no han logrado diversificarse hacia el mundo digital, han sido capturadxs por este nuevo régimen de producción y apropiación de valor.  

La serie británica Black Mirror ideada por Charlie Brooker presenta una serie de historias retorcidas en un futuro distópico atravesadas por el uso de la tecnología. El capítulo 1 de la temporada 3 titulado “Caída en Picada” relata una historia bien particular que sirve a los fines del presente. 

El guión es el siguiente: Lacie Pound es una joven que vive en una sociedad en la que se elabora un ranking social producido por las puntuaciones que cada usuarix realiza al socializar cotidianamente con otras personas. Esa puntuación, no por casualidad, se confecciona in situ a través de una app que poseen la mayoría de los celulares. El ranking y la valoración que hacen de ella otros usuarixs le garantizan status social y éste le habilita posibilidades materiales concretas, como por ejemplo un préstamo para comprarse una vivienda. Lacie posee una trabajosa puntuación de 4,2 al iniciar el capítulo (siendo la mayor 5 y la más baja en la serie 1,4) y necesita llegar al menos a un 4,5 para poder obtener un descuento en la compra de un departamento. Afortunadamente consigue contactarse con Naomi (4,5 de puntuación), una amiga de la infancia que ya no frecuenta pero que la invita repentinamente a su casamiento. Lacie ve la oportunidad de relacionarse con el estamento social que posee mayor puntuación (5) lo que redundaría en un alza en su calificación. Debe preparar un discurso que conmueva y seduzca a lxs invitadxs y obligarlos a que la puntúen con el número más alto. Sin embargo, durante el viaje surgen varios problemas. Por motivos ajenos a su voluntad el vuelo que debía tomar es cancelado y por su baja puntuación no logra obtener una salida, razón por la cual tiene una discusión con la empleada de la aerolínea, quien llama a la seguridad del aeropuerto y le bajan puntos. Intenta alquilar un vehículo para continuar viaje, pero con la mitad de los puntos que poseía (ahora tiene 2) todo se complica y el vehículo que logra obtener es de muy baja gama. En el transcurso del viaje Naomi llama a Lacie para decirle que ya no viaje a su casamiento, porque su baja puntuación afectaría su status. Finalmente, la protagonista logra llegar al casamiento y dar el discurso, previo esquivar la seguridad del lugar y entrar sin permiso. Pero el discurso dista mucho de ser atractivo e inversamente a lo que ella creía, produce en lxs asistentes sentimientos negativos, momentos en los que su puntaje cae en picada hasta llegar a 1. Luego de ese acto, un tanto bizarro y bochornoso, Lacie es detenida y puesta tras las rejas. Despojada de las ataduras de la puntuación se predispone a relacionarse negativa y originalmente con su vecino de celda, al cual no conoce, pero que insulta con aires de libertad, casi relajadamente. 

  Todo indicaría que lo que estamos haciendo en la actualidad es construir un doble en el mundo digital. Un alter ego que no muestra signos de negatividad, un avatar absoluto y positivo. Su perfil pretende ser impoluto. Nos esforzamos por mostrarnos impecables, felices, libres y auténticos. Los estados de Whatsapp y Facebook, las historias de Instagram, los reels de Tik-Tok, todo muestra un doble narcisista que, así como Lacie Pound, quiere aumentar su puntaje y su status social. Desea ser aceptadx y sobre todo envidiadx (si hay FOMO que sea por querer ver qué hago). Ese narcisismo voraz que inunda el universo virtual de datos e información nutriendo al tecno-feudo, nos otorga sensación de realización. Individualidad in extremis. 

De estas reflexiones un tanto sueltas, un tanto caóticas, pero entrelazadas por la vorágine transformadora de la actualidad, surgen varias preguntas que retumban en nuestras cabezas como por ejemplo: ¿el Régimen de la Información de Han o el Tecno-feudalismo de Varoufakis, requieren de la subsistencia de la democracia tal cual la conocemos? Si la democracia implica lógicas de funcionamiento colectivo ¿podrá ser reemplazada por un régimen tecno-digital del megusteo como simplificación del voto, ejecutado desde el celular? ¿Habrá poder del pueblo si es mediado por algoritmos, inteligencia artificial y consumo (prosumo)? ¿Será que Argentina es un tubo de ensayo de este nuevo régimen que todavía no termina de mostrarse?...


REFERENCIAS

BIBLIOGRAFÍA

  • Radetich, Natalia (2023) La smartphonización de la vida social. Cuestiones de sociología Nro. 27, el48, en línea: https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/159326 

  • Varoufakis, Yanis (2024) Tecno-feudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo. Buenos Aires. Taurus.




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