Escribe: Ramiro Barroso
“Lo que tenemos ante nosotros es la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, privados de la única actividad que les queda. Imposible imaginar nada peor”. Hannah Arendt
Introducción
Una de las preguntas que más escuchamos en la vía pública, en las aulas, en la mesa de los domingos, es "¿cómo llegamos a esto?" Pero, ¿qué sería "esto"? Uno podría pensar que se trata simplemente del triunfo de la fórmula Javier Milei y Victoria Villarruel. Sin embargo, quizá la pregunta es más profunda, y se podría sintetizar en: cómo llegamos a que el estado actual de las cosas sea el siguiente: el avance del fascismo en la Argentina, el regreso a los ´90 y el retroceso de victorias conquistadas. Bueno, este escrito tiene como objetivo reflexionar sobre éste orden social.
No tuvieron luna de miel, el tercero en discordia no se hizo esperar
¿Será cierto eso que dicen algunos de que la democracia siempre le ha sido fiel al capitalismo? No lo sé, pero si de algo no hay duda es que el capitalismo más de una vez le ha sido infiel. Sin embargo, y viendo el contexto actual, más de uno se estará preguntando qué es la democracia. Volvamos a sus orígenes. Etimológicamente la palabra democracia deriva del griego demokrati, acuñado a partir de demos (pueblo) y kratos (poder), para hacer referencia a mediados del siglo V a. C. a las forma de gobierno de algunas ciudades-Estado griegas, sobre todo Atenas. Ahora bien, ¿quiénes tenían derecho a ejercer el poder? Muy pocos porque la ciudadanía era limitada, puesto que se debía ser varón, tener 18 años de edad o mayor, y haber nacido en la polis, por lo tanto, excluía a los esclavos, extranjeros, mujeres y niños. Se estima que entre un 10% y 15% de la población comprendía al pueblo. Hoy la situación es muy diferente, nuestras democracias son liberales, representativas y de masas. No obstante, desde 1983 la democracia no ha sido muy aliada a la sociedad. Uno podría decir que esa ilusión que provocó decir que con la “democracia se come, se cura, se educa” no fue más que eso, una ilusión. En 1983 Alfonsín era elegido presidente, y la democracia era vista, pensada y sentida como una utopía que parecía estar cumpliéndose. Si comparamos este momento con las estaciones del año, este momento fue una primavera, o por lo menos así se imaginó ella misma en la capital. Más temprano que tarde el otoño llegó, y cuando llegó se desgranó en mil colores: deuda externa, los trece paros generales, levantamientos militares, hiperinflación, saqueos y el peronismo. Menem parecía ser una esperanza para la sociedad. Cómo no serlo si él prometía una “revolución productiva” y un “salariazo”. Otra vez, la sociedad volvió a sufrir, pero esta vez por el peronismo neoliberal que se alineo al Consenso de Washington, al fin de las ideologías y la globalización. Fue una década dominada por el neoliberalismo, primero por el neoliberalismo de la “pizza con champán”, y luego por el de “saco y corbata”, o sea, la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación. Qué interesante nombre: trabajo, justicia y educación.
Acto de cierre de campaña de Alfonsín en la Avenida 9 de Julio.
Lo que ellos sembraron llegó en el año 2001, pues una rebelión popular se hizo presente. El fin de la hegemonía neoliberal y el comienzo de una crisis orgánica que sigue hasta hoy. La polarización, o “grieta”, llegaba para quedarse, a tal punto que tendría escaladas como en 2008 y 2012. Aunado a esto, el proceso de descomposición político continuaba, que en las elecciones del año 2023 tuvo una de sus máximas expresiones. Y aquí está la clave del fenómeno que se conoce como Javier Milei, ya que él no era un candidato de la polarización, como si Sergio Massa y Patricia Bullrich. Massa, candidato de Unión por la Patria (UP), el cual no se animó a un eslogan mejor como Unión por la Argentina, es decir UPA, ya que Massa no estaba en condiciones de levantar a nadie, y, Bullrich, la representación de la derecha más autoritaria y dura del PRO. Pero Milei, recordemos, es “anticasta”, es decir, antipolíticos. En síntesis, un candidato que no es propio de la polarización llego a la presidencia, y lo hizo porque es este orden político el que hace que emerja, lo cual nos deja en evidencia la descomposición política en curso, con los partidos políticos tradicionales desgastados, dónde la discusión política es por los cargos, donde los que deberían defender al pueblo los entregan como carne para un matadero llamado mercado. Es por ello que el surgimiento de Milei tiene que ver, aunque no solamente, con una doble decepción sobre las dos anteriores gestiones, la de Mauricio Macri (Bullrich) y Alberto Fernández (Massa). Tres palabras: ajuste, pobreza y desigualdad… ¿Cómo no estar enojados con esa dirigencia política?
El sentimiento social hacia este orden es evidente, es la apatía por la política y el malestar contra sus representantes. La pregunta ahora es: ¿acaso sabe un político hoy cuánto cuesta un paquete de arroz o un pasaje de colectivo? Sin embargo, Milei tampoco lo sabía. No es más que perversión y corrupción, y todo bajo un disfraz de renovación. Ahora bien, Milei posee varias habilidades. Una fundamental, articular cuestiones distintas y darles una trayectoria. El objetivo es politizar la apatía, la decepción, la frustración, el odio. Los efectos de este corrimiento en el espectro político lo sintió Larreta. Pero también los sintieron aquellos que creían que habían ganado una década. El límite de lo decible se ha expandido, y su ejemplo por excelencia es cuestionar el número de las víctimas en el proceso genocida. Habría que preguntarse por qué se corrió este límite: ¿será por la tiranía de lo políticamente correcto? ¿Será porque había un inframundo violento que nunca desapareció? ¿Será porque los discursos del campo popular se volvieron añejos y repetitivos? ¿Será un poco de todo?
No obstante, más allá de la habilidad de este personaje, tendríamos que prestar también atención a la pandemia, la cual generó y aceleró procesos. El individualismo a ultranza es uno de ellos. Por ejemplo, hoy ser un emprendedor es ser cool. Y no es casual esto, ya que no tenemos un momento de descanso para procesar la enorme información que recibimos, en un contexto en el cual los reels de Instagram avasallan con la autoayuda, la superación individual, las frases masticadas de filósofos estoicos; tenemos un cóctel perfecto para servir en McDonald's. Incluso hay una espiritualidad de mercado, donde las "vibras", los astros, los signos zodiacales, producen que uno deba preocuparse por uno mismo y su destino. Sumemos otro ingrediente: las teorías conspirativas, pues ellas no hacen más que desconfiemos unos de otros, que desconfiemos de la comunidad, de la ciencia, que vivíamos en un estado de persecución constante. El nivel de alienación subjetiva es tal que hoy las personas perciben su vida como algo extraño, como algo no deseado, la vida misma es concebida como algo ajeno, lo que lleva a que los humanos nos desinteresemos de la vida, y con ella, de la vida política. La única referencia de éxito que tenemos es la del empresario, el empresario como héroe. Todo forma parte de este estilo de vida que se ha acelerado, en donde lo que se busca es la satisfacción inmediata, o sea, descargo de dopamina y a seguir. Pero cómo negarles aquello si es lo único que hay. ¿Qué utopías hay hoy si no es irte de tu país? ¿Cómo no hablar de la desesperanza? Las alternativas son pocas: el alcohol, la depresión, el clonazepam o el suicidio. Desesperanza y pandemia van juntas de la mano, y su tramitación social no se ha hecho de forma correcta. Tampoco es una cuestión meramente de nuestro país, miremos el caso del norte, en donde después de que miles de personas murieran a causa de que el Estado salvara al sistema financiero, Trump tiene oportunidades de llegar a la presidencia por segunda vez.
¡Fíjate bien lo que elegís: el palo o la sortija!
Los que hoy están dominando la escena política no es más que un movimiento reaccionario, conservador y anti consensos democráticos que busca destruir la comunidad y formar al individuo de mercado, de reafirmar el poder de los ricos y sus privilegios y el capital. Pero para ello debe atacar a todo tipo de forma que cree comunidad y lazos de solidaridad: desde el movimiento feminista, pasando por la educación, el arte y la ciencia, hasta llegar a los movimientos de los DDHH. Hay que producir al individuo emprendedor, de ahí una vida análoga al mercado (“voy a invertir en mi educación”), de ahí una condena moral (“sos un vago, un planero”). La política es muy importante para ellos, el Estado es muy importante, ya que es él el que debe producir esto, como si se transformara en una empresa. ¿El enemigo a vencer? La sociedad.
Ahora bien, este movimiento reaccionario, conservador y anti consensos democráticos es global, aunque se expresa de diferentes formas, e incluso no profesan las mismas ideologías: Bolsonaro, Bukele, Meloni, Le Penm, Abascal, Orbán, Trump, entre otros. Es una reacción de ansiedad, angustia y paranoia ante lo que ellos ven como un peligro: el fin del occidente tal cual lo conocieron, se lo contaron y desearon. Basta con leer la “Carta de Madrid: en defensa de la libertad y la democracia en la Iberosfera”. Hoy el mundo es multipolar, y posiblemente la nueva hegemonía será China, o en su defecto, asiática.
Un Falcon verde desfiló en la marcha de los antiderechos. El auto, símbolo del terrorismo de Estado, paseó por las calles de Tandil 30 de noviembre de 2020
Este movimiento se asienta en varios procesos. Uno de ellos se remonta a la última dictadura militar. El cambio en la estructura socioeconómica fue fundamental para cambiar las relaciones de poder. Para ello se inspiró en la clásica frase “divide y vencerás”, es decir, la desindustrialización (selectiva) redujo el peso de los obreros industriales, la clausura sindical bloqueó la expresión corporativa, fortalecimiento de los trabajadores cuentapropistas, el avance de la terciarización y marginación. Su legado no fue más que la diferencia categorial de los trabajadores, marcada estratificación salarial, diferencia sectorial y ruptura de los lazos de solidaridad. A esto se le une el constante y cotidiano uso del terror, sin el cual hubiera sido imposible lograr un efecto individualizador. De esta forma, se transformó la solidaridad en individualismo, la cooperación en competencia y la homogeneidad en fragmentación. Y es también aquí donde debemos buscar el origen de la pérdida del diálogo, puesto que si hay hoy algo que cuesta es establecer un diálogo con los otros, con los que piensan distinto. Casi que parece que habitamos realidades paralelas. Bueno, esto es producto del quiebre subjetivo que provocó la dictadura militar, y que luego el neoliberalismo vino a reforzar y aumentar.
La nueva camada de viejos neoliberales con ropajes menos frescos de que comúnmente se cree, vuelve a utilizar la misma técnica, reforzar y aumentar la violencia. El año 2008 fue un quiebre, pero el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner no es el punto de partida de un proceso nuevo, sino el punto de llegada. Los discursos de odio con terminología de aniquilamiento están presentes hoy, y hace rato, puesto que como planteó Bullrich hay que “terminar con el kirchnerismo para siempre”, así como también desde hace tiempo están presente los discursos de denigración nacional, a decir de Macri “Mi querido país debe ser la sociedad más fracasada de los últimos 70 años”. La renovación parece que se realiza mediante la dinamita, la motosierra y el protocolo antipiquetes. La elección es simple, palo o palo.
Milei 2022 y Milei 2024
Esto hizo que se comience a construir un enemigo para el “cambio”: “los zurdos”, “los comunistas”, “los planeros”, “los negros”, “los villeros”, “los k”. Incluso se los alienta al choque, ¿o acaso nos olvidamos que Macri animó a los jóvenes libertarios a salir a la calle a enfrentar a “los orcos”?. Si abrimos el abanico vemos que el fenómeno se replica: Trump lanza una turba a tomar el Capitolio, Bolsonaro amenazó con cerrar el Congreso por la fuerza de las armas, o Meloni diciendo en un mitin de Vox que “frente a este reto no hay mediaciones posibles, o se dice sí o se dice no: sí a la familia natural, no al lobby LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universidad de la cruz, no a la violencia islamista; sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva; sí al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales; sí a la soberanía de los pueblos, no a las burócratas de Bruselas, y sí a nuestra civilización y no a quienes quieren destruirla”.
Feliz desobediencia y próspera resistencia
Explicar cómo llegaron al sillón de Rivadavia es algo complejo. No se puede ver sólo los últimos años de gobierno de Alberto Fernández y Mauricio Macri. Tenemos que irnos más atrás, mucho más de lo que imaginamos. El liberalismo, como ideología que legitima el orden capitalista, es el que da sustento para pensar que el individuo es la base de la sociedad, es el que sostiene que el “egoísmo” es una virtud, es el que sostiene que el “interés propio” es una motivación esencial del humano, es el que sostiene que la competencia tiene lugar en un contexto de “igualdad de oportunidades”. Justificaciones que permiten pensar que los ricos son tales porque se lo merecen, impidiendo de esta manera preguntarnos de forma crítica de dónde surge la riqueza. Ahora, ¿por qué irnos a los elementos básicos del liberalismo? Porque lo que tenemos que analizar es una cultura individualista, la cual no se desató con toda su furia de forma inmediata. De hecho, los que sirvieron de freno fueron: los códigos morales, sean estos laicos o religiosos, las instituciones y movimientos políticos y sociales, etc... El huevo de la serpiente debe otra vez buscarse en el neoliberalismo de la década de los ’70 con Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en los ’80 con Bill Clinton y Tony Blair. Al debilitarse estos frenos, se fortaleció la cultura individualista. La lógica individual de mercado y de las tecnologías que promueven el capitalismo como las redes sociales estimulan a ultranza el yo. De esta manera uno solo piensa en sí mismo, y el resto que se salve quien pueda. Recordemos sino el video que circuló por las redes: una chica, vendedora de una panadería, declara que no le importa lo que les pase a los jubilados, si pasan hambre o no, no importa. Pero es más que eso, pues el presidente durante su discurso en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford, en San Francisco, California, Estados Unidos, dijo “¿Ustedes se creen que la gente es tan idiota que no va a poder decidir? Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre”. Anteriormente, Milei ya había expresado esto diciendo que “Si la gente no llegara a fin de mes se estaría muriendo en la calle y eso es falso”. La crueldad y degradación de lo humano van de la mano con el festejo y espectacularización de los padecimientos de los seres humanos.
Para finalizar, hay que preguntarnos cómo salimos de esto, cómo salimos del Ministerio de Cachiporra de Bullrrich y el Ministerio de Humanos para el Capital que dirige Pettovello. Creo que es necesario hacer un balance colectivo de lo que le sucede a la sociedad argentina, hacer una reflexión del orden de prioridades: tierra, techo y trabajo. Luego organizarnos. Si la sociedad logra construir este balance, ese será el nuevo punto de partida para la construcción de un nuevo movimiento que no aceptará el gobierno de los mercenarios. Por tal motivo, les deseo una feliz desobediencia y próspera resistencia.
Bibliografía
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