top of page

EVITA DE LA GENTE

Actualizado: 8 ene

Escribe: Facundo Carabajal y Tobías Corvalán


 

Salto de las Rosas fue el primer destino que tuvimos un grupo de militantes interesados en impulsar y sostener una campaña de alfabetización y apoyo escolar en San Rafael. El día 1 allí estábamos: cinco compañeros esperando el colectivo para darle arranque al proyecto; la mayoría no había puesto un pie más allá de los bordes de la ruta 147, que atraviesa el distrito por la mitad. Así como el eurocentrismo tiene su correlato nacional en el porteñocentrismo, parece que este se ha trasladado a nuestras tierras departamentales. Tamaña -y no menos exagerada- afirmación se expresa, básicamente, en la naturalidad con la cual ignoramos no solo la realidad de los barrios populares y vulnerables de la ciudad, sino también la realidad de los mismos distritos que conforman el departamento de San Rafael. Pareciera que la periferia se ignora, dondequiera que estés. Y sí, evidentemente nosotros también la veníamos ignorando. Sin embargo, ahí estábamos… tomando el colectivo a las 7 de la mañana, nuestro destino: Salto de las Rosas, Barrios las Rosas, casa de Eva.

Disculpen, queridos lectores, que hayamos arrancado hablando de las Brigadas Educativas, pero fue esto lo que nos permitió conocer a Eva. Ya nos habían hablado de ella; estábamos al tanto de su trabajo en el territorio, de lo importante que fue para garantizar en San Rafael la Ley de Barrios Populares a través de la SISU. Sabíamos que era la referente de una organización social que nuclea a trabajadores excluidos del mercado laboral y dignifica el trabajo de la economía popular: el MTE. Sin lugar a dudas, sabíamos que se trataba de alguien que estaba en el barro, que -a diferencia de nosotros- no ignoraba la periferia, la caminaba. Nuestro primer contacto fue vía Whatsapp: “Hola, ¿qué tal, compañero? Decime qué necesitan”, fue su respuesta. Necesitábamos un espacio y, sin más, ella nos ofreció su casa. Luego, la cruzamos en una reunión y pudimos charlar un rato sobre el tema. Conocerla nos permitió empezar con las Brigadas en Salto de las Rosas y llevar la propuesta a otros barrios. Ella fue la pata fundamental que necesitábamos para desarrollar esta campaña educativa.

Los sábados, como si fuese un día cualquiera, Eva se levanta temprano a trabajar, mientras su casa abre las puertas a toda la vecindad. Invita y da cobijo a niños, jóvenes y adultos; habilita un espacio en el barrio que democratiza el conocimiento, la cultura, los saberes y el aprendizaje. Su casa se transforma en una escuelita que da lugar a educadores conscientes de la potencialidad transformadora de la educación. Un espacio que no solo transforma la vida de los educandos, sino también de nosotros, los voluntarios, porque todos aprendemos a interpretar la realidad, a leer el mundo, a incomodarnos con las injusticias y, como ha expresado Paulo Freire, hacer de cada acto educativo un acto de amor. Eva lo ha hecho posible.

Fue así como pudimos empezar a concretar este proyecto con el que pretendíamos no solo hacer un llamado a la solidaridad, sino también organizarla en un proyecto de educación popular. ¿Quién mejor que alguien que viene haciendo política desde abajo para llevarlo a cabo? ¿Quién mejor que alguien que conoce las necesidades de la gente? ¿Quién mejor que alguien que entiende -y así actúa- que hacer política es ocuparse de la gente? ¿Quién mejor que Eva?

Así la conocimos, así queremos presentarla.


Ocuparse de la comunidad

Suele decirse que “todo es político”, nosotros, en gran parte, compartimos esta idea. Sostenemos, en un sentido amplio, que el acto político se define a partir de cómo se enfrenta a la realidad: reproduciendo -consciente o inconscientemente- el orden de las cosas, o bien impulsando su transformación. Sin embargo, nos interesaba especialmente conocer la perspectiva de Eva. Ella tiene una larga trayectoria como militante. Tras su paso por la política partidaria, actualmente milita en una organización social, de la cual es referente: el MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos). Esta organización nuclea a miles de personas fuera del mercado laboral formal y a través de un formato de organización cooperativa funda distintas unidades productivas.

Por este motivo, un jueves nublado del mes de junio, nos recibió en el Centro Médico Integral de Salto de las Rosas, espacio donde trabaja todos los días. Una vez que terminó su jornada laboral, nos dispusimos a conversar.

Los primeros minutos en una entrevista son de por sí incómodos, que el micrófono, que el machete con las preguntas. Y mucho más si los periodistas son 'dos mandados'. Ese era nuestro caso. A pesar de ello, la confianza ya ganada nos facilitó pasar rápido esa breve situación y a los primeros minutos, Eva, nos contaba eso que nos interesaba charlar. “Hacer política es ocuparte de las personas, de tu pueblo”. Y ella lo hace. Lo hace desde hace muchísimo tiempo. En sus inicios golpeaba puertas militando a Omar Félix, en quien creyó firmemente durante el pasado; hoy también toca puertas pero de comerciantes, “los padrinos del comedor”, como los llama. Ya no busca engrosar el electorado justicialista de San Rafael, aunque todavía seduce a nuevas personas con ese “don de pedir” que tiene. Y el fin es claro, ocuparse de una necesidad del barrio. 

El comedor en cuestión, por el cual pasan aproximadamente 80 niños, funciona dos días por semana (martes y jueves). Allí trabajan quince compañeras, quienes, frente a la humildad de sus herramientas de trabajo, deben arrancar a cocinar bien temprano para tener la comida lista a las 12 del mediodía, para que ningún niño del barrio tenga que asistir a la escuela, al menos en esos días, con la panza vacía. 

Sin embargo, la actividad de nuestra entrevistada no se expresa sólo en los aportes al comedor del Barrio Las Rosas. Es imposible no hablar de todo el MTE y, particularmente, sus orígenes en San Rafael, pues ella es fue la fundadora y ahora la actual presidenta. “La idea de plasmar el MTE acá nace cuando conocí a Juan (Juan Grabois). Me convencí de hacerlo por escucharlo, por su transparencia y sus ganas. Él es uno más de nosotros”, nos comentaba.

Al igual que el comedor, funcionan otras unidades, como la panificadora de Las Malvinas, la huerta y textil. Respecto a los primeros, Eva nos cuenta que pocas veces va a visitarlos, ya que ellos le mandan fotos desde que meten el pan al horno hasta cuando lo sacan. Allí trabajan dos grupos de personas mayores, que logran generar un nuevo ingreso a través de la venta de los productos. “Ellos ya tienen la rutina. Los vecinos saben que el lunes hay pan y les compran. Yo estoy feliz. Me pone contenta ver que ellos van para adelante”

Hablando con Eva encontramos mucho compromiso y una capacidad de acción admirable para jóvenes militantes como nosotros. Y digo "jóvenes" no tanto por cuestiones etarias, sino por ser nuevos en estos caminos de lucha y transformación. Ante el hambre de los niños y niñas del barrio y la ausencia del estado, Eva pone el cuerpo y recorre el distrito recolectando donaciones y convenciendo a los comerciantes de que pensar y actuar para el otro es una causa justa en tiempos de salvaje individualismo. Ante la vulnerabilidad del derecho a la educación, Eva ofrece su casa, que se convierte en escuela mientras ella sale a trabajar. Y frente a los trabajos mal pagados y un salario social complementario muy por debajo de la canasta básica, Eva funda el MTE.

Danissa, una de sus hijas, que trabajó de lleno junto a Eva en la reglamentación y el armado de las unidades productivas, nos comentaba que no tenían ni idea de cómo funcionaba una organización. Pero a medida que leían el reglamento y conocían a las personas que venían, se dieron cuenta de que en otras organizaciones les pedían un porcentaje del Potenciar Trabajo para poder trabajar. "El MTE no te exige nada. Si cobras 100, vas a recibir 100. Es más, ellos mismos tienen sus tarjetas y ahí les depositan el dinero", nos explicó.


Eva junto a las cocineras del comerdor del MTE


El MTE saca adelante a muchas personas a lo largo y ancho del país. En épocas como estas, donde los medios quieren ensuciar a las organizaciones sociales, creemos necesario respaldarlo y ponerlo como un ejemplo. En momentos donde la palabra “planero” está de moda para los partidos de derecha y sus medios alquilados, nos resulta una necesidad enfatizar en estas historias. Una persona que gracias al Potenciar Trabajo recibe el salario social complementario; que trabaja en las unidades productivas; que aprende un oficio; que forma grupos de trabajo; y que lucha en conjunto para salir adelante, no merece ser llamado de esa manera.

Eva, que se conmueve ante las injusticias, que reniega de las desigualdades y que se mueve cuando hay una necesidad, tiene muy claro que al ocuparse de la comunidad y generar espacios de trabajo y contención, no solo está haciendo una intervención solidaria, sino, sobre todo, un acto político.


El peronismo primero se siente. 

Eva Duarte de Perón -otra Eva a la que también apreciamos mucho- en un discurso desde la Plaza de Mayo, en 1950, con motivo del Día del Trabajador, le decía a la multitud: “El peronismo no se aprende ni se proclama, se siente y se comprende”. Creemos que esta frase encapsula algo fundamental que define al movimiento peronista y que puede vislumbrarse en nuestra Eva: el peronismo puede ser muchas cosas, pero es, ante todo, una identidad, una identidad política. En este sentido, lo identitario, para nosotros, hace referencia a los sentimientos de pertenencia a un grupo o comunidad. Pero compartir una identidad de base no implica, a su vez. compartir exactamente los mismos rasgos culturales, valores, o costumbres.

A Eva, el peronismo la seduce desde lo emocional. Esta identidad comienza a forjarse en Jujuy, su provincia natal. Es durante su infancia que sus tíos le cuentan sobre la revolución que cambió la vida de los humildes allá por el ´45. “Tenía a mi tía, la hermana mayor de mi mamá, y mi tío Germán; ellos siempre hablaban de Perón y Evita. Vivieron esa época. Contaban que estaban mejor, que podían comer, que les alcanzaba el dinero, y que la mujer tenía un lugar muy importante en la sociedad. Eso es lo que yo recuerdo. Y que siempre decían '¡Viva Perón!' '¡Viva Evita!'. Recuerdo eso de mi niñez, era todo muy lindo. Mi tío decía 'cuando Evita y Perón estaban…' Me quedó eso, me gustaba. Yo decía: 'Me encantan esas personas, las quiero seguir'... ”. El peronismo es su infancia en Jujuy, las charlas con sus tíos y la nostalgia heredada de una familia de clase obrera que relataba, orgullosa, que hubo un tiempo en que los laburantes vivieron mejor.

¿Pero, solo se trata de nostalgia? Las identidades políticas no solo nos ubican en un relato histórico, sino que también nos ordenan los marcos interpretativos de la realidad y permiten, en cierta medida, algunos consensos a futuro. Pero los horizontes suelen ser más difusos. En ella, en Eva, las raíces justicialistas están presentes. Por supuesto que están. Pero a las raíces hay que regarlas, hay que abonarlas y nutrirlas. Los sentidos prácticos, horizontes y utopías se construyen, se buscan y se disputan.

Ella siente y comprende las necesidades de su tierra, de su amada Cañada Seca. Siente y comprende cuando camina y trabaja por y para “el Salto”. Es a partir de allí que entiende la política. Así lo entiende Eva cuando se enfrenta a las realidades de su tierra y se compromete con su gente. Buscando distinguirse de la dirigencia política tradicional nos decía: "No tenemos la misma forma de trabajar. Pero bueno, tratamos de hacer lo mejor y siempre cuidar a la gente, a la comunidad más que nada. Yo sé que los políticos, para mí, son una herramienta. Siempre le digo a todo el mundo eso, que son nuestra herramienta. Ellos están donde están gracias a nosotros. Por ahí hay gente que no lo entiende, o no quieren ir a votar porque me dicen 'si siempre son los mismos'. Yo les respondo: si son siempre los mismos es porque no vamos a votar. Y somos nosotros quienes tenemos que cambiar las cosas."

Eva, Evita, predica con el ejemplo, es una hacedora que siente y comprende. Entendemos que en su accionar se manifiesta aquel discurso. Queremos resaltar, por último, si no ha quedado claro, que es su práctica política la que le da sentido a esa identidad, y no al revés. Porque en su praxis aparece aquella voz. La voz de los sin voz.

Comments


bottom of page